Abstract
El siglo XVIII fue denominado con justicia el siglo de las luces, por la vasta cantidad de descubrimientos, inventos y desarrollo de conocimientos que se dieron. Sin embargo el siglo XXI, que teóricamente debería ser aún más brillante, se caracteriza por el oscurantismo de las ambiciones personales. Es un siglo marcado por la violencia que ha dejado una estela de destrucción, fruto de las nuevas tecnologías al servicio de ideologías y del odio.